domingo, 12 de noviembre de 2006


CARTA A MIS HIJOS: ( Desde mi taller en Puerto Montt)
Me ha tocado ene pega... entretenida... Las islas, las miradas de los pescadores, las tejedoras, las berrenderas, las caminantes, las rejas que diseñan los caminos... las madrugadas de mochila, sacos, bártulos... croqueras, las cámaras con que hacemos este reportaje a la tierra y al agua... LA Sony de la flaca y mi Nikon, cámaras piolas que ya se desarman, pues el tratamiento que les damos, es extremo para equipos que no están preparados para la lucha. espero que Canon un día nos acompañe, siendo testigo de cada minuto que tocamos, los equipos de ahora, son sin mucho ruido de nada, lo que logramos, es solo buscando los encuentros, insistiendo en salir cada día más de casa, enfrentando noches en camas pequeñas, piezas solas, húmedas, casas metidas en caminos embarrados, con ladridos ocultos, y chillidos de noche. Y nosotros, con esa mirada, ese lente y ese control de respiración sobre el modelo...sobre la imagen escogida, o bien a veces, seleccionado por las serena objetualidad de la imagen encontrada, es que le damos a la imagen un tratamiento digno y acertivo, de respeto. cada minuto se muestra claro a través de su dictadura de hechos y de historias. Cada imagen un dictador de sorpresas, de descubrimientos. cada objeto, cada silla, cada camino, cada pan amasado en su cocina, en su tiesto. Los mocos, las tierra en los cachetes, rojos de frío... todo mezclado en un moverse de puños deshilachados, verdes suaves, algo abiertos, corridos. deditos pequeños, atrapando algo, saboreándolo. Migas, peras, algún chocolate, chicle... chupetes verdes que les tiñen hasta el alma... jajaja... que hermoso, acogedor, paisaje realmente sereno y tibio. De techos resplandecientes, muros oscuros, casi negros, que luchan con calaminas amarillas, tejas oscuras, flores, ropa colgada al sol, Enredada por el viento, sentadas para ser fotografiadas, sorbidas, degustadas.
Horas, minutos, recuento de risas, de miradas, de suspiros de amor... niños enamorados de un segundo de interrupción de su espacio habitual... verdaderas vacaciones de dos días... jugar al futbol, a rodar por el cerro que está debajo de la escuela como en Chidhuapi, o el sabor de los mariscos, en el brazo de mar que se llama Chauquear, escuela larga, con cerro incluido. Escuela de seres silenciosos, observantes, diáfanos y listos para determinar su situación en lo social. Reporteros de cada isla, unidos a todas las familias... La ordenada Llaicha, limpia, tibia, pequeña. Sus niños ordenados, silenciosos, cómplices entre ellos, mirándose... riéndose... tocándose con risas, entre juegos, entre preguntas, entre coqueterías infantiles. Pestañas, sonrisas, complicidad.
...es re choro el trabajo con niños.... con su ropita tibia, suave de gastada, muestra de ciclos de vida y de cuerpos. De hermosos y suaves colores, húmedos de aromas que se escapan por los cuellos, por los puños... por las ansias de saber, de aprender que tienen, cada uno... De la tierra, el humo... limpios de alma... felices, mirando todo, cada movimiento que hago... Movimientos que hacemos los cuatro... Los profesores atentos, de lejos... al principio...luego.... se acercan y unen las almas, se distancia el lenguaje distinto y aparece una mezcla de miradas y movimientos... no se habla mucho, no es necesario...los niños provocan la unión, le dejan ahí, al alcance de lo que ellos mismos necesitan, como si estuviera calculado en ellos, la dimensión de la llave que eligen para que los adultos, diseñemos u lenguaje particular.

Silencios de campo... los lanchones... Los huevos de pájaro Fraile, entre las rocas, conchales rosados, ordenados, como si Rupert Sheldrake, estuviera mirando los hechos y entendiendo que el destino, es solo un transcurso de tiempo... que las resonancias mórficas www.mercurialis.com/ciencia/sheldrake/introduccion.html

Que fuerte está el viento esta noche… Llueve como si fuera pleno invierno. La relación con la lluvia, cambia en estas latitudes. Se torna como una ventana a zonas de atmósferas rurales, la ciudad no se siente, solo el cielo, las nubes y el viento que cruza mares, para clavarse en las orillas de Puerto Montt. Las islas son la memoria de estas noches, en que se someten las orillas a la humedad máxima, oscura, el gris de payne es obligado. Los azules, los blancos. Resplandeciendo hasta en la hora mas cercana al anochecer. Vivir sin mitos, sin historias es imposible. Solo me quedo frente a los sonidos de la lluvia, firme en mi idea de que la oscuridad me abre la mente y el alma se cuela entonces… hasta lo más profundo de los signos, de los símbolos. De los sueños.
Llueve, solo porque estamos en el sur…
Sin orden establecido, cambiante, variable, pero enteramente perteneciente a un hecho mayor, mucho mayor. La noche es mas noche… La noche es mas vida y mas silencio.llueve. Harina, pan amasado, tortillas, milcao, vapor, sabor a jaiba, Culenes, Choros y cholgas. Sabor a nada… Nada que se parezca si no se ha vivido estas noches, en que las teteras son mas que un recuerdo. Y el sonido de las nubes chocando afuera es la figura inevitable del destino.

Navegar en tormentas, con lluvia...las mochilas, el peso, mojados...la ropa gruesa... a veces sudando, callados caminando... observndo desde el suelo, hasta que iniciamos sin darnos mucha cuenta, trozos de conversaciones que tratan de capturar lo que vemos... todo en silencio, o de cansancio, por el peso de los blocas, de las temperas, de los pinceles y la comida, de los sueños y la espera de los chicos, que esperan, siempre esperan… siempre miran por la ventana en busca de la mirada distinta que les lleve algo más…. Con la lluvia y el viento, por los caminos, solos, pequeños niños caminantes que viajan horas seguidas a encontrarse con la mano de su tío profesor. solos en el camino, sin importar si llueve o no, caminando tapados solo por sus estornudos y sus mocos. Sus profesores, forma humana que adquirió el destino para ellos. Nosotros juntos, muy cerca o alejados por momentos de privacía, por momentos de silenciosa revisión de los espacios que estamos digiriendo con la mente, los sentimientos, las horas de sentir las temperaturas en las manos, las piernas, las mejillas. Todo el trabajo de caminar...subir cerros, sacar mariscos con las manos en los bordes del mar al bajar la marea, romperse los dedos, sangrar y doler la aparición de seres extraños entre las arenas… Que reptan, que desaparecen entre las piedras que esconden a las almejas… a los Culenes, a las navajuelas... Ciempiés y gusanos, lombrices saladas, uffff... ni les cuento el atardecer en esos momentos... a veces negro de unas nubes bajas que te cagas de susto... otras, cielos azules, de un azul que asusta mas aún... que demanda relajar la vista para ser capaz de mirarlos... otras veces, el mar tan quieto, que parece mercurio... de un resplandor que guau!!!!... no logra permitir que un cerro se abra en su contorno.... todas las imágenes se cierran...es como si te operaran las vista y comenzaras a ver.... la caga, en serio!!!! Es la vida que se desarma a los pies, convertida en agua, en relave, en huella negra pegada al suelo, convertida en pequeña piscina que algún ser extraño, usará para alimento de algún pájaro atrevido, qiue no le teme a los cielos caídos…
Así, bajo los bosques de árboles, bajo los reflejos de Dios, es que vamos aprendiendo, la verdadera forma que tiene el arte en nuestros sueños de actualidad. No hay bordes… solo la orilla desde la que observamos, la otra orilla, llena de agua y de pastos doblados, igual a los que existen en nuestra propia orilla eterna. Así es este cuento, estoy feliz negro, negrita, con lo que estoy haciendo y viviendo...
Lenta es la noche y con repiqueteos en las ventanas que separan LA CASA NEGRA del exterior… repiqueteos que me dicen en donde me encuentro, en donde entiendo el transcurso de las horas, como la posibilidad de descansar de la vida que viví, hasta que llegué sin querer a este lugar… Solo siguiendo a un destino que sabe mas que nadie de lo que sucederá. Un destino que no atormenta, que solo entrega a tiempo, lo que las nubes traducen en amplios movimientos de lluvia.

Pan pita, con huevo duro y queso… Al borde del hipo, pero no… no alcanza.
La música, ni les cuento, encontré unas radios que en I tunes tocan en tiempo real. Y esta es Radio Reposado, es Méxicana… en JAZZ… es increíble. Estuve antes, antes de ayer y otros días, , escuchando una que pertenece a Pat Metheny… genial.

LA mente, la memoria que se necesita para vislumbrar deseos, añoranzas, condiciones límites que permiten elevar la dignidad con que vivimos y solventar tesoros necesarios, que tanto necesitan los chicos de esos lugares y que espero permitan que los nuestros aprendan y rían desde lejos. Que cada persona que lea esto, quiera entregarlo a otra, para que sepan de lo que sucede en pequeños colegios que viven la vida desde una limitación inevitable. Faltos de espacio, de dignidad… llenos de fuerza y de ilusión… llenos de aire y de esperanzas. Son pequeñas escuelas diseminadas en pequeñas islas olvidadas, o muchas veces, desconocidas, como lo era para mí antes de venir acá, a los brazos de la felicidad que significa mirar y recibir. Cada minuto…. Recibir a las nubes que entran por la bahía, hacia los cerros, doblando los árboles, haciendo crujir los techos, repiquetear los vidrios, en una danza propia de gotas eléctricas, enardecidas chocando contra el vidrio.